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Riesgo y rentabilidad, binomio inseparable para invertir

Riesgo rentabilidad para invertir

Riesgo rentabilidad para invertir

Hacer una inversión es aceptar un cierto grado de incertidumbre. En cualquier proyecto los rendimientos futuros no son seguros. Pueden ser grandes ganancias, sencillas o incluso pueden no producirse, también se podría perder todo el capital invertido, a esta inseguridad se le conoce como riesgo. 

Todas las inversiones conllevan riesgos, algunas implican más riesgos que otras y si lo miramos a simple vista, el único motivo para decidirnos por un proyecto riesgoso es la posibilidad de lograr una rentabilidad mayor. 

Según esta lógica, cuanto mayor es el riesgo de una inversión, mayor tendría que ser su rentabilidad para que los inversionistas la consideren atractiva. Si hay más riesgo, más rentabilidad se tendría que exigir. 

Pero esto es muy peligroso, riesgo y rentabilidad son una pareja inseparable, no hay ninguna garantía que asegure sobre todas las cosas que sí se van a obtener mayores rendimientos saltando al vacío. 

Se ha visto que grandes inversionistas incluso caen en quiebra por apostarlo todo a proyectos que no garantizan dividendos seguros, en los que sólo un golpe de suerte podría garantizar el éxito. 

Con los inmuebles no ocurre así. Aunque en las inversiones inmobiliarias también hay riesgos que minimizar, es de las pocas inversiones que hoy brindan mayor seguridad y dividendos apropiados y acordes al capital invertido. 

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Inversiones inmobiliarias, un activo refugio 

Las inversiones en bienes inmuebles son un elemento tradicional del patrimonio. Están compuestas de activos reales que pueden ofrecer rentabilidad estable y lo más importante: con revalorización. 

Es una opción riesgosa, sí, porque sus rendimientos dependen de muchos factores que son variables, como la plusvalía, la situación económica local, entre otras, pero aún así, es considerada un activo refugio. 

Recordemos que los activos refugio son aquellos valores que en los momentos de incertidumbre o crisis, tienen una alta probabilidad de mantener sus beneficios e incluso de incrementarlos. 

Los activos refugio son las mejores opciones para los inversionistas que buscan proyectos a largo plazo, sobre todo por su estabilidad y crecimiento con el tiempo. 

Las inversiones en bienes raíces tienen una gran diversidad de productos, terrenos, locales comerciales, viviendas, fincas, etc. 

Para que sea una decisión exitosa hay que analizar muy bien el tamaño del activo, del mercado, si es una propiedad residencial o comercial y la zona geográfica. 

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Riesgo medio y rentabilidad, la mejor combinación 

Cuando adquieres un inmueble es como si te convirtieras en emprendedor, no importa el uso que le des a la propiedad, si lo quieres para casa habitación o como un mecanismo para hacer más diverso tu portafolio de inversión. Sea como sea, adquirir un inmueble es un compromiso, implica responsabilidades y sobre todo riesgos. 

Hay que estar al tanto del comportamiento de la economía local y nacional, de los precios del mercado inmobiliario, hay que conocer la legislación y todo lo que tiene que ver con los costos de mantenimiento. 

Expertos aseguran que invertir en inmuebles es mucho más sencillo que lanzarnos a empezar de cero con un negocio tradicional, además, consideran que este tipo de inversiones sobreviven a las crisis económicas y a los desastres naturales. 

¿Cómo se obtiene la rentabilidad de un inmueble? 

La rentabilidad es el beneficio porcentual respecto al capital invertido, en este caso en un bien inmueble. 

La rentabilidad inmobiliaria tiene que ver con el incremento de valor de la inversión, así como con el rendimiento por alquileres de las propiedades. 

Como nos gustaría poder vivir de nuestras rentas, es decir, poner a trabajar nuestro dinero, encontramos una fórmula con la cual podemos calcular la rentabilidad de un inmueble cuando nuestro objetivo es rentarlo. 

No sólo tenemos que tener muy presente la ubicación de la propiedad para establecer la cantidad que queremos cobrar, las características del inmueble y el contrato de arrendamiento también son fundamentales. 

La forma más básica de calcular la rentabilidad de un inmueble rentado, ya sea un local, oficina o una vivienda, es dividir la renta neta anual entre el costo de adquisición: 

i = Ra / Ca x 100 

i es la rentabilidad.

Ra es la renta anual neta.

Ca es el coste de adquisición.

Esta operación nos arroja que la rentabilidad se obtiene dividiendo las rentas inmobiliarias obtenidas, es decir, los flujos de caja de la inversión, por la inversión realizada, en este caso, el valor actual del inmueble. 

Como las rentas serán anuales, se obtendrá la rentabilidad anual. Esta rentabilidad se multiplicará por 100 para expresarla de forma porcentual. 

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Puntos importantes sobre el riesgo inmobiliario 

Finalmente, el riesgo inmobiliario es la sensibilidad que tiene el valor de una propiedad, cualquiera que sea, frente a cambios en los precios del mercado, variaciones en la economía nacional y local, hasta una situación de inseguridad puede llegar a influir y determinar el valor de un bien inmueble. 

De acuerdo con expertos hay diferentes variables que influyen para que una propiedad pueda ser rentada y al mismo tiempo redituable: 

¿Qué otros elementos hacen que invertir en inmuebles sea una opción rentable? 

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